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En el aporte de hoy, explicaremos un tema que para la mayoría de las personas sin conocimientos específicos de lenguaje musical (solfeo y armonía), seguramente es una incógnita: los intervalos.
Intentaremos explicar de modo accesible, casi simplista, pero con fundamento.
En nuestra cultura occidental hemos ordenado los sonidos.
La música es eso: sonidos ordenados en el tiempo.
La música es eso: sonidos ordenados en el tiempo.
Los primeros registros que tenemos de un “ordenamiento”, fueron las investigaciones realizadas por Aristógenes de Tarento (354-300 a. C), y Pitágoras (c. 569-c. 475 a. C).
Entre experimentos empíricos, cálculos matemáticos y disquisiciones filosóficas… lo importante fue descubrir –monocordio mediante – que entre el sonido de la cuerda vibrando libremente en toda su extensión, y el sonido de exactamente la mitad de ella, existe una relación sonora determinante.
Entre experimentos empíricos, cálculos matemáticos y disquisiciones filosóficas… lo importante fue descubrir –monocordio mediante – que entre el sonido de la cuerda vibrando libremente en toda su extensión, y el sonido de exactamente la mitad de ella, existe una relación sonora determinante.
Siempre que se produce un sonido, no es nunca solamente UN sonido, sino que además resuenan de modo menos audible unos soniditos que llamamos “armónicos” (en otros idiomas: “sobretonos”, o “subtonos” o también “tonos-flageolett”, por su parecido a los sonidos producidos por ese tipo de flauta).
La relación que descubrieron los antiguos griegos entre estos dos sonidos, es que en ambos (cuerda libre y media cuerda) resuenan los mismos armónicos. Algo que nuestro oído humano percibe claramente y nuestro cerebro lo clasifica como similitud.
En realidad lo que sucede es que se doblan las vibraciones de la cuerda, por lo que se da la relación de frecuencias 2:1
Ahora, ¿qué pasa con todo los sonidos que podemos producir dentro de ése rango? Si en vez de hacer vibrar la mitad de la cuerda, hacemos vibrar la tercera parte de ella? Y la cuarta parte? Y asi…?
Todos esos distintos sonidos había que ordenarlos.
En nuestra cultura occidental los ordenamos en siete sonidos distintos, con lo cual llegamos a que - entre el sonido de la cuerda libre y el de la media cuerda - existen OCHO “escalones”.
En nuestra cultura occidental los ordenamos en siete sonidos distintos, con lo cual llegamos a que - entre el sonido de la cuerda libre y el de la media cuerda - existen OCHO “escalones”.
Bien.
Se hizo menester encontrar una manera de medir las diferencias de altura sonora de estos siete sonidos distintos. Para peor estas diferencias no siempre guardaban la misma relación.
Se hizo menester encontrar una manera de medir las diferencias de altura sonora de estos siete sonidos distintos. Para peor estas diferencias no siempre guardaban la misma relación.
La unidad de medida que se estableció es: el TONO y el SEMITONO (o bien: MEDIO TONO) y las distancias sonoras entre un sonido y otro es lo que llamamos INTERVALO.
También hubo una muy interesante evolución en la denominación de cada uno de estos siete escalones sonoros, hasta que finalmente llegamos a las que todos conocemos: Do, Re, Mi, Fa, Sol, La, Si, y nuevamente Do (el sonido similar al primero).
O sea que el INTERVALO entre el primer DO y el siguiente DO, es una OCTAVA (contando cada uno de los escalones e incluyendo los dos Do).
Del mismo modo podemos apreciar que la distancia entre el primer Do y el Sol, es un INTERVALO de 5ª.
PROBLEMA: tenemos que clasificar los distintos tipos de intervalos, según las distancias sonoras que abarcan y –como ya habíamos mencionado - las distancias no son siempre iguales.
Veamos: del Do al Re tenemos un intervalo de 2ª cuya distancia sonora es de un TONO, pero del Mi al Fa también tenemos un intervalo de 2ª aunque la distancia sonora es de un SEMITONO.
Por lo que vamos a diferenciar estos intervalos como 2ª MAYOR y 2ª MENOR.
Escuchemos ejemplos sonoros para confirmar como nuestro oído percibe esa diferencia:
2º mayor (ascendente y descendente):
2ª menor (ascendente y descendente):
Tenemos entonces varios y distintos tipos de intervalos musicales.
Los músicos estamos acostumbrados a distinguirlos, entrenamos para eso, y diferenciamos cuando el cambio de tono es ascendente o descendente (es decir hacia lo agudo o hacia lo más grave). Recuerdo los tortuosos dictados musicales en clases de solfeo: la Profe tocaba las melodías en el piano y uno tenía que ir escribiendo las notas que escuchaba.
Ahora viene la parte divertida del blog de hoy:
Como distinguir intervalos – siendo un simple mortal – en base a canciones y músicas conocidas:
2ª menor (1 semitono)
Por ejemplo el “ti ra ti ra ti” característico de “Para Elisa” de Beethoven:
o el “chan-chan-chan-chan…” de El Tiburón Blanco”:
o el “durúm durúm..” de la Pantera Rosa, ahí tenemos dos intervalos consecutivos de 2ª menor:
2ª mayor (1 tono)
En la canción del cumpleaños, el primer intervalo cuando dice “que los cump-la ..”:
O al inicio de “Noche de Paz”, cuando dice ”Nooooche de..” antes de “Paz” (donde aparece un intervalo de
3ªmenor):
3ªmenor):
3ª menor (1 tono+1 semitono)
La Marcha turca de Beethoven (está plagada de 3ªs menores):
Y así….
Pero lo que resulta más interesante –en vistas a un futuro blog – es que nos amiguemos con los intervalos de 4ª y de 5ª, para ello van estos ejemplos:
1. el principio de “Arroz con leche”
2. los finales de casi todos los tangos (el “Chim-Pum”)
3. la Primavera de Vivaldi (cuando al final de cada gesto musical asciende a la nota más aguda)
4. Invitados a tomar el Té, de María Elena Walsh
5. el brujito de Gulubú
6. Pequeña Serenata Nocturna, de Mozart
En algún próximo aporte veremos qué relación casi biológica tenemos con esto de los intervalos, con el ritmo, con el misterio, los ritos y el amor.
A modo de adelanto les dejo algunas canciones de cuna:
Navajo:
Azteca:
Maya:
Que duerman bien.
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