domingo, 24 de marzo de 2019

PRECISO


Navegante, 
no solo hay estelas en la mar, también hay huellas en el trillo.

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Acerca de este blog:

Al iniciar esto del blog, hace ya 4 años, me propuse actualizarlo cada dos semanas. Dándole de esa forma cierto carácter de lectura quinquenal.
Luego, por viajes u otras cuestiones, esa periodicidad se fue irremediablemente espaciando. Actualmente intento escribir al menos un aporte por mes (o bien: cada aprox. 1000 visitas).
Aunque tengo en la manga varios y muy diversos aportes para terminar de elaborar y poder publicar, la verdad es que hoy por hoy no me siento a escribir mis blogs porque el calendario así lo requiere, sino porque realmente SIENTO en un nivel muy interior, que “hace falta un blog”. No es el gesto de quien piensa: “tengo algo que decir” porque ni si quiera sé si lo que digo vale la pena ser dicho, o si lo que digo interesa a alguien, o si se queda en lo superfluo de las rutinas.
Y eso tampoco importa. Solo sé que “hace falta un blog”.

Así que: vayamos a lo nuestro
Es un blog larguito (el que avisa no traiciona).

Pensando en estas cosas… acerca de qué hace falta y qué es innecesario, ya desde hace un buen tiempo siempre me acecha una misma pregunta: cuándo una pieza musical pasa a ser verdaderamente una obra?

Se entiende?

Sucede que de vez en cuando nos topamos con algunas interpretaciones (ya sea de piezas instrumentales o canciones) que nos atrapan, nos atraen y nos emocionan, o al menos nos llaman la atención. Mientras que por otra parte a veces nos inundan con piezas y canciones que pasan casi inadvertidas a nuestra percepción emocional.
Lo único que queda fuera de duda es que NO importa el género. Pues este fenómeno lo encontramos en prácticamente todos ellos, ya sea en la música popular, en la clásica o en la tradicional. (En algún futuro blog trataremos el tema de los distintos géneros)

Qué es lo que más incide en este dilema?  la obra musical propiamente dicha? el compositor? la instrumentación elegida? el intérprete? su capacidad técnica? su caudal expresivo? el estilo? la época? acaso el oyente?

En mayor o menor medida evidentemente TODO influye, y es en la variedad de esas medidas, que habita la diversidad. Una diversidad, que por ser permeable a que trasciendan muchas interpretaciones quizá no merecedoras de tal trascendencia, hace que a veces resulte difícil que una buena interpretación sobresalga en el inmenso mar mediático, corriendo el riesgo de hundirse y perderse, sin que nos enteremos siquiera de su existencia. Lo cual es una lástima.

INTÉRPRETE
El hecho de que existan intérpretes de obras que crearon otros, se remonta a tiempos muy antiguos. Naturalmente los intérpretes desde siempre hacen sus propios “aportes artísticos” a la obras, y por ahí nos vamos acercando a aclarar nuestra duda inicial.   

Comentario al margen: se podrán imaginar la importancia que tienen estas interrogantes para el músico solista, siempre y cuando asuma su profesión con la responsabilidad que corresponde.
El rol del intérprete básicamente es la re-creación de la obra, es decir que una vez más la vuelve a crear. Su aporte es insustituible, ya que nos da a conocer la creación de otro. Nos acerca al otro, y en ese otro a nosotros mismos también. (Por aquello de lo subjetivo en el arte). Se supone que – siendo un intérprete responsable – estudió la obra en todos sus sentidos: quién es el compositor, cuál es su “mensaje”, cuál es el estilo adecuado, el lenguaje, la articulación y – muy importante: el aspecto emocional.
El intérprete nos “traduce” todo ese bagaje de información y nos lo brinda desde su propia percepción, condicionada (y/o favorecida) por sus virtudes, capacidades y limitaciones, para expresarnos su interpretación subjetiva de la obra.
Por medio de la obra, se establece una compleja y dinámica relación entre el intérprete y el compositor, cada cual con su propia mochila, y de la cual resulta otra relación aún más compleja: la que se da entre el intérprete y el público… esa anónima cantidad de individualidades.
Algunos intérpretes prefieren resaltar sus virtudes (ya sean técnicas o interpretativas) por encima del sentido original de la obra, aunque también existen obras escritas a tales efectos.

Vemos que el tema es mucho más complejo de lo que podríamos resumir en este blog. No en vano algunos grandes pensadores le han dedicado miles de páginas (Ansermet, Adorno, etc.)

Redondeando un poco podríamos afirmar, que más allá de la calidad técnica del creador (compositor) y del re-creador (intérprete), más allá incluso de su formación como especialistas, lo que más pesa en este trasiego de subjetividades, en el fenómeno musical per se… es la autenticidad.
Debemos ser capaces de sentir cuando un intérprete es auténtico, sin importar el género musical, ni su formación.
Recién entonces podremos opinar si nos gusta o no, esta u otra interpretación. A veces resulta difícil darse cuenta si estamos ante una interpretación con autenticidad o solamente ante un “tirafrutas”, más aún en el mundo mediático que vivimos. Por eso, precisamente por eso, resulta cada día más imprescindible nuestra cualidad humana de emocionarnos.Es preciso.
Esa cualidad ha de ser nuestra brújula navegante.

Podemos tener una obra musical, emocionante, bien hecha, pero si el intérprete no la expresa como un aporte creativo de parte suya…no sirve. Un aporte que necesariamente debe ser sincero, auténtico, real. Es en ése aporte creativo que radica el arte.

ARTE o MIERDA
No comparto del todo la opinión de Enrique Barilari (el pintor argentino) cuando dijo que :”el arte es arte, o es mierda”.
No comparto del todo….pero casi. Tiendo mas bien a pensar que tenemos tres tipos de intérpretes: los ejecutantes, los títeres y los Artistas.
(perdón, en realidad pienso que hay una cuarta categoría: la de aquellos intérpretes que están en plena travesía, sin haber vislumbrado aún dónde encallar.)

Un “ejecutante” me brinda una interpretación impersonal, me presenta con su ejecución al compositor de la obra, pero muchas veces en vez de acercarme a él, instala una distancia: objetiva lo destinado a ser subjetivo. Muchas veces los músicos de excelente dominio “técnico” caen en esta categoría, pues es el lugar dónde sobresale precisamente (y solamente) ésa virtud.      
 
La subjetividad, que es una condición necesaria de la obra de arte, no es en tanto que tal la cualidad estética. Lo llega a ser mediante la objetivación; por tanto, en la obra de arte la subjetividad esta fuera de sí y oculta. (T. Adorno)

El “intérprete títere”, está bien…. entretiene, divierte, distrae, es ocasional y oportunista. Responde a intereses que carga con total naturalidad en su mochila. Sin cuestionar. Suele tener parámetros de entendimiento bastantes estrechos. Digamos que artísticamente… es “light”, “dietético”, absolutamente efímero, y encima convencido de su “Arte”. 
Pobre del intérprete verdaderamente creativo que atormentado se confunda y encalle por acá.

El Artista, es aquel intérprete que realmente, nos busca mover el alma. Si además las obras que interpreta son “buenas”, si además el intérprete en cuestión posee un buen dominio del instrumento…bienvenido sea. Pero no es excluyente. 
Excluyente es: ser auténtico. No atender las indicaciones del compositor por estar indicadas nomás, sino “re-crearlas” desde un deseo propio.    

TERRENO PELIGROSO
Se suele decir que las comparaciones son odiosas …pero no nos importa. Solamente haciéndolas podemos aprender a discernir.
Así que a modo de ejemplo propongo comparar estas dos versiones de una pieza del guitarrista y compositor catalán Francisco Tárrega  (1852-1909).
Es una pieza sencilla, para principiantes, titulada “Lágrima”.  

Recomiendo escuchar ambas versiones en su integridad, quizá incluso varias veces, y luego detenerse a sentir cuál de las dos perdura más tiempo en nuestra memoria emocional.
Cuál de ellas nos dejó aunque sea una pequeña huella. 







INTERACTIVO
Y ahora los invito a este juego:
Pondré varias interpretaciones distintas de algunas obras musicales.
El juego consiste en que las escuchen y me hagan llegar sus comentarios, acerca de cuál les gustó más. Sencillamente pongan en el comentario por ejemplo: “tema de VillaLobos, me gustó más la versión 2.” …y así.
Tenemos unas 1000 visitas por mes a este blog. Anímense y respondan. Serán objeto de algún otro blog futuro.

Podremos distinguir entre los “ejecutantes”, los “Artistas” y los “títeres”??

(Van las versiones íntegras, siéntanse libres de cortar los temas para pasar a otro, cada cuál es cada cuál, la libertad es libre…y algunas versiones son inaguantables) 

Heitor Villa Lobos, Estudio Nº1 para Guitarra





Leo Brouwer, El Arpa del Guerrero




OTROS GÉNEROS

Chacarera para mi vuelta






Los Mareados





Salud argonautas!!


3 comentarios:

  1. Hace unos días participé de un concurso de folklore para el que tuve que buscar canciones que pudiera interpretar. Me entusiasmé bastante y quedé conforme por haber elegido temas que no se repitieron en el concurso (no los hicieron otros participantes).Me encontré haciendo canciones que me gustan y mucho pero son pocas y cada vez menos,dentro del cancionero popular, las que me llegan o me hacen sentir que algo mío va con ellas cuando las interpreto. A pesar de escuchar las versiones de elegir con cuidado, los arreglos, etc En fin habrá que seguir navegando... Pienso que el "escenario" juega su papel también el silencio es decir algo de lo de afuera también puede influir

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  2. El arpa del guerrero de Leo Brower. La forma gráfica del primero parece un cuartel, me quedó con el segundo que parece un barrio.
    El Viki

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    Respuestas
    1. BRAVO!!!! por supuesto que la libertad es libre y viva la diversidad, pero en ésta elección coincidimos y no es casualidad!
      No me doy mucho cuenta de a qué te referís con forma gráfica... pero ya lo hablaremos cara a cara.
      Te agradezco el comentario, Salud!
      El Campi

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