A pocos días de una brevísima gira de conciertos en Alemania – en la cual daré un taller en una escuela de música en Berlín, tocaré tres conciertos invitados por el consulado uruguayo en Hamburgo y otro más en un pequeño y excelente teatro en las afueras de Hamburgo – tengo el enorme agrado de presentarles un adelanto del disco “GUITARRERO – milongas”.
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En principio ya está fijada la fecha para una presentación oficial en
Montevideo, que será el 03 de noviembre en la Biblioteca Nacional, Sala Julio
Castro. Hasta entonces… paciencia. Mas sobre la fecha volveré a
informar y haré un trabajo de prensa, obviamente.
Mientras tanto estamos escuchando La Milonga Perdida del gran Atahualpa Yupánqui.
Fiel a mis principios les cuento que este disco NO se podrá adquirir en
las disquerías. El único modo de llegar a tenerlo es por vía del contacto
directo conmigo, o con alguno de mis representantes: mamá, papá, mis hermanos, mis
hijos, etc.
El trabajo de investigación para este disco dio más frutos de lo
esperado y ya estoy preparando un segundo volumen con más milongas.
Agradezco la colaboración del amigo M.D. por el trabajo de impresión y
reproducción de los CDs y por los consejos.
Agradezco las sugerencias del colega Adrián Ramírez (excelente guitarrista argentino), asicomo las opiniones del tío Jorge.
Agradezco mucho el trabajo formidable de mi hijo Mauricio como técnico
de grabación, pues lo grabamos y editamos íntegramente en casa. Por si fuera
poco el trabajo de diseño gráfico también es obra de Mauricio.
También agradezco sobremanera la participación creativa y guitarrística
de Carlitos Morales, que toca la primer guitarra en “Domingo de Agua”.
GUITARRERO
Es un disco para sentarse a pensar y
mientras tanto: escuchar.
No te atrapa la música, pero sí. Es una
música que invita a una actitud reflexiva, en la cual uno se entrega a sus
pensamientos, recuerdos y cuestionamientos, mientras la guitarra sigue sonando
en otro plano, que sin embargo resulta imprescindible.
Resalto de las milongas seis cosas
determinantes (seis, como las cuerdas de la guitarra) y que además son difíciles
de concebir para el guitarrista puramente clásico. Cositas estas que me
enseñaron mucho justamente a la hora de tocar guitarra clásica.
El “bordoneo” me ayudó a encontrar otro
énfasis por ejemplo en las obras de Villalobos, o en las voces graves de Sor. También
me ayudó a acentuar como corresponde el “3-3-2”
en los tangos y en Piazzolla. La “quedada”
me dio otro sentido – mucho más propio – a la fermata (calderón). El diálogo
entre semifrases resultó
esclarecedor para entender contrapuntos renacentistas y barrocos. Las líneas
melódicas formadas por intervalos de terceras
paralelas logran que la armonía, la melodía y el ritmo, sean una misma cosa. Finalmente
los pasajes cromáticos y sus disonancias
resultan liberadoras de un estricto lenguaje aferrado a la cultura occidental.
Me muevo en una zona fronteriza entre lo
académico y lo folclórico, entre el concertista y el guitarrero, lo premeditado
y lo improvisado, en el lenguaje, en el estilo, en la forma de pulsar cada una
de las cuerdas, enriquecer lo popular, hacerlo más accesible a los “culturosos”
y a su vez llenar de vida los tantas veces vacíos mecanismos de la técnica
guitarrística, darles sentido a su función original.
La virtud vive cobijada en ese lenguaje, no
en el refinamiento de la límpida ejecución, sino en los latidos de cada
interpretación. Integrando la destemplada afinación, la tropilla de la zurda,
la herencia guitarrística y con ella todo el sur. Guitarrero al fin.
Salud!